A
nuestro parecer, Francesc de Carreras da un sentido tradicional a la educación,
lo cual se denota a través de los siguientes aspectos:
·
Defensa de los exámenes como vía para la
obtención de conocimiento (aprendizaje)
·
Importancia de las calificaciones
escolares
·
Importancia de la memoria como
herramienta para el aprendizaje.
·
Idea de irreversibilidad en el
aprendizaje y los estudios, esto es, quien no haya alcanzado un nivel de
aprendizaje “adecuado” a una cierta edad no podrá alcanzarlo nunca.
Sin
embargo, ante estas cuestiones y otras que se plantean en el texto quisiéramos
mostrar algunas cuestiones e inconformidades.
En
primer lugar, con respecto a la utilidad de los exámenes, deberíamos plantear
las siguientes preguntas: ¿Para qué sirven los exámenes? ¿Ayudan los exámenes
en el aprendizaje de los alumnos? ¿Reflejan los exámenes el aprendizaje real de
los alumnos? Las respuestas son muy ambiguas puesto que dependen de varios
factores como el diseño de los exámenes, mediante el cual bien se puede evaluar
conocimientos y/o competencias según el mismo; o los objetivos que se plantean
con los exámenes, que pueden consistir bien en ejercer presión sobre los
estudiantes para evaluar su grado de esfuerzo o bien puede servir incluso de
“castigo” por algún hecho acaecido en clase, por ejemplo. Es por esta razón que
en ocasiones “sencillos trabajos escolares” pueden propiciar en mayor medida el
aprendizaje del alumnado más que un examen mal planificado o planteado.
Bajo
nuestra experiencia en la Universidad, institución en la que estos “sencillos
trabajos escolares” también se han abierto paso entre los exámenes, hemos
comprobado cómo dichos trabajos han ayudado más en nuestros aprendizajes que el
cumplimiento de los exámenes. Ello está debido a que a través de esos trabajos
hemos podido desarrollar habilidades (competencias) que no se hubieran
desarrollado únicamente a través de los exámenes. Este mismo trabajo reflexivo
es una muestra de ello.
Con
respecto a la importancia de las calificaciones escolares, creemos que se
debería tener en cuenta diferentes factores a este respecto ya que es sabido
que algunos profesores y maestros suben o bajan la nota dependiendo de la
afinidad y relación personal con el alumno, así como dependen del tipo de
contexto escolar al que pertenecen (privado, concertado o público). Por otra
parte no todos los profesores tienen en cuenta los mismos elementos evaluables
a la hora de calificar por lo que un alumno con buenos resultados en las tareas
y exámenes pero un mal comportamiento podría obtener una muy superior
calificación a otro cuyos resultados en dichas tareas y exámenes fueran más
bajas pero su comportamiento fuera excelente.
Por
otra parte, aunque el uso de la memoria es un elemento clave para determinados
aprendizajes, no es el único. Por lo que consideramos que un buen aprendizaje
vendría dado no solo por esta “herramienta” sino también por otras como el
desarrollo de las competencias.
En
cuanto a la irreversibilidad en el aprendizaje y los estudios, estamos
completamente en desacuerdo con el autor del artículo ya que consideramos que
toda persona puede mejorar o empeorar en sus condiciones de constante
aprendizaje según diferentes factores. Ejemplos de ello nos da la propia
historia de la humanidad con personajes como Einstein o Edgar Allan Poe,
personas no adaptadas al mundo escolar y sin embargo brillantes en sus
investigaciones y profesiones fuera de dicho ámbito. Inclusive la
re-escolarización o cursos de educación general para personas en estado de
exclusión social han llegado a dar muy buenos resultados en algunos casos, lo
cual desmonta la teoría que defiende Francesc de Carreras.
Otras
preguntas que debiéramos plantearnos en materia de educación son: ¿qué son los
conocimientos generales? ¿Cuáles son los conocimientos generales según el nivel
escolar? ¿Quién define los conocimientos generales de cada etapa? Debemos tener
en cuenta que, por ejemplo, podríamos considerar que unos razonables
conocimientos generales en primaria podrían ser aprender a sumar, restar,
multiplicar y dividir, leer y escribir. Sin embargo no todo el mundo
consideraría estos conocimientos como generales puesto que creería oportuno
añadir alguno más o suprimir algunos de los descritos.
Por
otro lado, hay una frase que dice “quien bien te quiere te hará reír”. Los
maestros y profesores debemos “querer” a nuestros alumnos, lo cual no significa
que no “impongamos” una cierta autoridad, y por lo tanto creemos que es
importante asegurar que nuestros alumnos se sientan seguros, cómodos y felices con la
relación profesor-alumno y con su propio aprendizaje. No se trata de “preservar
una supuesta felicidad idílica del niño y adolescente” como defiende Carreras,
sino más bien de aplicar una psicología constructiva hacia ellos.
Todo
esfuerzo tiene una recompensa pero ¿Qué entendemos por esfuerzo? ¿Puede ser un
esfuerzo agradable? Estamos seguros de que hay esfuerzos más agradables que
otros. La cuestión es cómo entendemos o vemos dichos esfuerzos. Desde la
posición del maestro, éste deberá educar en el esfuerzo, pero no como algo
negativo sino como algo reconfortable que en algún momento dará sus frutos.
Por
último, es cierto que la tendencia actual de los niños y adolescentes es la de
escribir defectuosamente y mostrar rechazo a la lectura. Quizá el error sea la
motivación que se recibe para dichas tareas. Todos recordamos haber realizado
aburridos dictados, supuestamente para aprender a escribir correctamente, y
tener que leer libros que no conectaban con nosotros en alguna ocasión de
nuestros estudios en la etapa de Primaria o Secundaria. Es posible, por tanto,
que fuera más útil partir de las necesidades y gustos propios de los alumnos
para inculcarles un buen uso de la escritura y la lectura.
En
conclusión, no rechazamos completamente las ideas del autor, sino que creemos
que sería más bien adecuado un equilibrio entre sus técnicas y los métodos que
rechaza.
Iris Tejón A1
Virginia García A2
Pilar Loeches A2