miércoles, 1 de abril de 2015

"Ojalá no fuera tan inteligente" (diario El País, 01/04/2015)



Hoy me he topado con esta noticia que publica el diario El País y me han surgido algunas cuestiones que quisiera compartir.






En nuestra preparación como maestros o profesores siempre nos hablan de la atención a la diversidad y adaptación curricular que debemos tener presente en toda práctica docente. Sin embargo solemos tender a pensar que esta atención a la diversidad se refiere sobre todo a aquellos con unas necesidades físicas especiales, o bien psíquicas por poseer un coeficiente inferior a la media. Pero ¿Qué hay entonces de los superdotados? ¿Cómo detectarlos? ¿Cómo tratarlos? ¿Cómo informar a sus familias?

Supongo que estas cuestiones serán tratadas en la mención de Educación Especial, pero ello no supone que cualquier docente pueda encontrarse con un caso tan específico como este.

Yo me he encontrado con niños con necesidades educativas especiales por problemas psíquicos y físicos de los que no tenía información pero siempre me he sabido adaptar bien a ellos. Quizá porque mis clases son individuales y es más fácil hacer una atención personalizada. Por lo tanto en un caso como el de un superdotado tengo mis dudas acerca de cómo tratarlo en un aula de otros 20 o 30 alumnos más.

Por un lado, como dice la madre de Raúl, “es un superdotado, pero sigue siendo un niño” lo que implica que emocionalmente quizá debiera permanecer en el curso que le corresponde por edad a fin de socializarse con los de su mismo nivel emocional. Sin embargo, su nivel intelectual quizá requiera pasar a un curso superior a fin de evitar que tome la educación y su aprendizaje como algo tedioso y sin sentido y todo su talento se pierda por el camino.

Tengo constancia de que existen escuelas (privadas) específicas para los casos de niños superdotados pero no tengo tan claro si es lo más conveniente “encerrar en una burbuja” a niños con estas capacidades, dado que cuando salgan al mundo exterior deberían haber aprendido a socializarse y empatizarse con personas diferentes a ellos a fin de ser y sentirse útiles también para/con la sociedad.

Por otro lado, parece que la misma Administración que defiende en sus leyes la adaptación curricular de este tipo de alumnado a fin de desarrollar plenamente su talento, no parece estar muy por la labor de implicarse en ello, lo cual es una auténtica vergüenza. ¿Para qué poner leyes si luego se les pone la zancadilla para evitar cuplirlas? ¿De verdad es un “exceso innecesario” el aportar a este niño un profesor de apoyo? ¿Qué está priorizando entonces la Administración: las necesidades educativas de sus alumnos o el recorte en educación?

Aquí dejo mis dudas y mis preguntas para quien le interese.

IRIS.

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